sábado, 13 de agosto de 2011

Lo que ni siquiera calienta.


Sin pasiones simuladas
en medio de la nada
sin palabras disfrazadas
de blanca dama iluminada.

Con fino bisturí de cirujana
escribís tu nombre en mi alma
con un revolver sin balas
transformas en infierno mi calma.

Serán los tiempos que corren
serán las voces que no callan
que cuidan tu tierra como
un sereno que no descansa.

Crueles palabras no vienen mal
cuando la idiotez se hace materia
de piel de tigre es  tu abrigo
que envuelve lo que ni siquiera calienta.

jueves, 4 de agosto de 2011

Como un loco en un hervidero de metal


Como un alienígena a punto de morir
que no sabe si callar o gritar
que permanece inerte
ante las cosas más asombrosas.

Como un aliado en plena guerra mundial
que no sabe si retroceder o resistir
que no dispara su arma
por temor a que el tiro le salga por atrás.

Como un loco en un hervidero de metal
que amanece dormido
porque bien sabe
que es mejor que despertar.

Como un sábado de madrugada
que no es luto pero tampoco fiesta
y que a veces sangra
hasta no poder derramar más.

Como un minuto de ambigüedad
en donde todas las flechas apuntan
al centro del pecho
o peor aún, al lugar en donde no se está.

El aire presiona con la misma intensidad
en todas las direcciones
pero lo que más aprieta no es el aire
sino el hecho de no poder respirar.

lunes, 1 de agosto de 2011

La casa, los perros y algunas cosas más se quedaron en Malargüe.


No me hagas mirar hacia arriba
que tengo el mentón demasiado golpeado,
prefiero mirar hacia abajo
donde están mis zapatos gastados.

Qué querés que vaya a buscar?
si ya no hay limones en el limonero.
Ya no hay lugares por recorrer
ni “capítulos” por ver,
no veo el camino que te lleve
mucho menos el que te traiga,
será que me estoy quedando ciego.

La casa, los perros y algunas cosas más
se quedaron en Malargüe,
también se quedaron los poetas,
los artesanos, los silencios entre montañas,
los panes caseros
y creo que dejé mi asombro.

Entiendo que no hay que quedarse a ver
como cae el árbol talado,
entiendo que dos más dos a veces es tres,
entiendo que si se le aplica un menos al más
puede resultar una resta,
pero también entiendo que no se avanza
sumando restas.

Será que la ciudad no respira aire fresco
o será que acá no hay castillos de Piñeyra
pero si la casa, lo perros y algunas cosas más
se quedaron en Malargüe
es porque allá
los abrazos quedan en algo.

miércoles, 27 de julio de 2011

Ya no hay lugar donde esconderse.

Ya no hay lugar donde esconderse
no hay palabras que puedan arreglar
los destrozos que causó un huracán.
Dicen que los vientos pegan en un lugar
y luego se van hacia otro,
también dicen que no está mal que las historias
tengan un final, mientras haya historias que contar.
Dicen tantas cosas…

No es fácil ser un relojito
cuando las heridas están abiertas,
no es fácil seguir cabalgando
cuando ya no es lo que era.
Y dónde carajo está la pared?
para golpearse la cabeza…
y dónde están los artistas?
esos que te pintan un barrio entero
en una muela.

Es imposible masticar el agua
como lo es volar sin alas,
cuando la aguja del reloj ya no camina
hay que empezar por mirar dónde están las pilas.
Hay tantos lugares sin explorar
como problemas sin resolver
no se puede saber lo que se tiene
cuando no se sabe lo que se quiere.

Ya no hay lugar donde esconderse
porque los escondites solo sirven para un rato.

sábado, 4 de junio de 2011

Dos Martinis.

Nos cruzamos en ese bar en donde
la música tapaba todas las voces,
la noticia no era la noche estrellada
sino sus ojos que escupían fuego,
luego de tomar tres cervezas
me acerqué hasta la barra
me clavó la mirada y me dijo:
“nene, antes de hablarme invítame un trago”.

Antes de pedir dos Martinis
le pregunté que prefería,
si dormir sola o acompañada
me contestó:
“son pocas las veces que duermo”.
Me sujeto de la nuca
y se acercó tanto a mi boca
que su aliento se abrazó con el mío,
a menos de dos centímetros
de mis arrebatados labios
me dijo: “puedo ser tu perdición”.
Mis palabras huían y mis gestos
sorprendían a mi cara,
mis dioses se escondían detrás
de algún ángel moribundo,
los demonios de la noche
se volvían mansos.

“Seguime hasta donde te lleve”, dijo
y atravesamos la multitud del bar
como quien atraviesa un alud en la montaña.
La medianoche había quedado atrás
las promesas de un amor eterno también
solo los faroles iluminaban las calles
y sus ojos, que permanecían encendidos.
Entonces llegó la hora del final
el crimen podría haber sido perfecto
ella, la asesina
yo, la insospechada víctima
y ese cuarto que ni el empapelado dejamos.

Volví a ese bar con intenciones de encontrarla
pero su lugar estaba vacío,
solo había quedado el reflejo
y las marcas en el piso que dejó aquella noche
cuando salió desesperada
conmigo entre sus brazos. 





viernes, 27 de mayo de 2011

Políticos incorrectos.


Bichos raros que caminan a la par
lazarillos que no duermen por temor al nocaut
hermanos de Judas que se pierden en la ciudad
cuidadores de la palabra como del metal.

Más tabúes que una piba en edad de merecer
milagrosas plegarias de provocación
raíces que nacen y no paran de crecer
manos calientes por equivocación.

Peculiares bosquejos de la realidad
primeros auxilios que cortan la respiración
visitantes eternos que no acusan edad
fantasías que no se proyectan por recomendación.

Secretos, vaguedades, uniones de polos opuestos
necesidades de un viento por lo menos real
sus primos, ahijados y perros ocupan los puestos
que dan hambre cuando deberían dar pan.







viernes, 29 de abril de 2011

Vulnerables con pies de plomo.


Dos lanzas en el pecho
perforando esta farsa,
tres filosos cuchillos
cortando mi alma
y tu pelo,
como un águila en celo
buscando mi hígado.

El silencio quebrando la noche
nuestra cama,
fiel testamento de mediocridad
amargos ratos de paladares secos
y la piedra en el río,
desviando el rumbo de la verdad.

Vulnerables con pies de plomo,
acertijos sin resolver
marionetas de un circo criollo,
destrozando lo que quisimos ser.

Siguiendo la línea del tiempo
sin brújulas y en soledad
nos refugiamos en lugares perpetuos
nos devoramos por pura ansiedad.


                                                     Leonardo / Ayelén.





No hay derecho, ni derechos III.

No hay derecho a morir de hambre
pero sí sistemas que no te dejan comer,
no hay verdugos que afilen el hacha
pero sí jinetes que cortan cabezas,
no hay silencios halagadores
pero sí sentencias a dedo.

Hay un Dios, o cientos
pero más religiones que cobran peaje,
hay diablos escondidos
y otros que se dejan ver,
hay fuegos que incineran culturas
y mares que inundan memorias.

No se trata de matar el tiempo
con pistolas de papel
más bien se trata de crear espacios
de esos que te erizan la piel,
no se trata de dinamitar el pensamiento
sino de que el pensamiento
nos permita ver lo que es.

Se trata de conocer la tierra que pisamos,
ya habrá tiempo de visitar el cielo.